Comunidad Carismática de la Visitación y de la Eucaristía
“Vengan a mi los que se sienten cargados y agobiados, porque yo los aliviaré” (Mateo,11,28) .
Benigno Juanes Risco, S.J.
Persona de comportamiento sencillo y humilde. Ejercía el don de la escucha de modo admirable, el don del Consejo así como el ejercicio del carisma de discernimiento. Tomaba notas de todo lo que se decía sobre algún punto y siempre se reservaba el último puesto para externar su opinión. Responsable y puntual con sus compromisos caracterizándose en no fallar en asistir a reuniones programadas. Fiel discípulo del carisma ignaciano, todo su quehacer fue buscar y trabajar para la mayor honra y gloria de Dios.
El padre Juanes se hacía solidario en su condición de gran intercesor ante Jesús, haciendo suyas las necesidades y penas de los hermanos que acudían a él en busca de consuelo. En las reuniones masivas: retiros, seminarios, asambleas, era notoria su presencia durante largas horas dedicadas al sacramento de la reconciliación. Su vida es un testimonio de perfecta armonía entre la gracia y la naturaleza…
"Somos una Asociación Pública de Fieles dentro de la Iglesia Católica, que buscan la santidad de vida, trabajando por la extensión del Reino de Dios."
Actividades
Exposición diaria al Santísimo
Cursos y talleres
Experiencias de oración
Grupos de oración
Convivencias
Operativos Médicos
Visita a los enfermos
Oración de Sanación
Historia
Como todo lo que acontece dentro de nuestra Iglesia, la Comunidad surge por una moción del Espíritu Santo, puesta en el corazón del Padre Benigno Juanes, sacerdote de la Compañía de Jesús, quien comparte esta moción con el asesor de la Renovación Carismática Católica, en ese entonces Monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez. En agosto de ese año el Padre Juanes pidió oración por esta intención a Monseñor Uribe Jaramillo, el cual le animó y le prometió orar.
La comunidad nace a la luz y al calor de la tierna mirada de Jesús. A principios del año 1981 un grupo reducido de siete servidores de la Renovación pidió permiso para adorar al Señor en la capilla de las religiosas en Manresa Loyola. Desde su inicio se postraron a los pies de Jesús Sacramentado buscando una respuesta al llamado que habían experimentado a “una vida plena en él, para adorarle y servirle”, pues ya él había plantado en sus corazones el germen, la semilla que despertaría en todos: la necesidad de una vivencia cercana de su presencia y una mayor entrega a él.